martes, 12 de febrero de 2019

La crítica biográfica: ¿está de regreso?

Hace unos días, leí un artículo sobre la crítica biográfica, ese enfoque literario que se basa en la vida de los autores para analizar los textos.  La crítica biográfica ha estado aquí por mucho tiempo, pues autores como Samuel Johnson lo utilizaron.  Incluso se habla de que este enfoque literario surgió al menos en el período renacentista.

Por supuesto, cuando llegaron los Nuevos Críticos, perdió fuerza ya que la Nueva Crítica hace a un lado todos los elementos externos al texto y los llama falacias (La Falacia Intencional, la Falacia Afectiva, y la Falacia Biográfica).

No obstante, cuando yo estaba en secundaria y debíamos analizar obras literarias, nuestra profesora siempre nos refería a la biografía de los autores y nos animaba a ver cómo la vida del autor había influido en el texto. Recuerdo que yo a veces me preguntaba si no podía ser al revés: ¿No habían influido los textos en la vida de cada autor?  Después de todo, nosotros los estábamos estudiando por sus textos, no por quienes eran a nivel personal.

Aunque existen obras altamente biográficas, como las de Charles Dickens, Walt Whitman y Amélie Nothomb, otras como El señor de los anillos, Battle Royale y Los juegos del hambre parecen ir en la línea contraria. Si se suma el auge de la literatura fantástica, en especial el género para los adultos jóvenes, es posible especular que la crítica biográfica ya es asunto del pasado.

Sin embargo, recuerdo que con el primer cuento que publiqué, un estudiante creyó que la profesión del personaje principal reflejaba mi profesión personal, y no era así.  Lo mismo me ocurrió con otro cuento, en el que me dijeron que se notaba que yo había tenido perros, lo cual es falso: nunca he tenido.  Lo anterior me indica que las personas todavía miran el texto como un sustrato biográfico.

Por una parte, creo que tienen razón. Me parece muy difícil que el ser humano escriba algo totalmente ajeno a su experiencia. Hasta la ciencia ficción, con su tecnología futurista, depende de la tecnología conocida.

Por otra parte, no se debe olvidar que los textos poseen cierta autonomía de sus autores, en menor o mayor grado.  ¿Quién nos puede indicar, por ejemplo que una (auto)biografía constituye un reflejo fiel de la vida de una persona? ¿No se omitieron, mejoraron, cambiaron, o malinterpretaron detalles, por las razones que sea?

A pesar de todo eso, algo me llama la atención.  En la actualidad, otros enfoques literarios, directa o indirectamente, utilizan la vida del autor para analizar los textos.  Dos ejemplos son el Nuevo Historicismo, que retoma los sesgos personales tanto del autor como de la crítica misma, lo cual convierte a la biografía de los críticos y de los autores en elementos directamente relacionados con el texto.  El segundo ejemplo, tal vez más indirecto, puede ser el enfoque feminista.  Al enfatizar la importancia de las obras escritas por mujeres, muchas veces se remite a la biografía de las autoras para el análisis de la opresión patriarcal.  Del mismo modo, los enfoques feministas a menudo ligan directamente la vida del autor con sus textos (Hemingway es constantemente atacado por ser patriarcal, lo cual acentúa de algún modo el análisis de sus obras en ese marco de pensamiento).  

Me pregunto si pronto la biografía de los autores volverá a ser un requisito indispensable para el análisis literario, como en mis días de secundaria.


2 comentarios:

  1. Sí, por supuesto que se omiten y se mejoran aspectos, pienso que es un acto automático del psyche (ideal-self?), incluso al contarle anécdotas al más íntimo de nuestros amigos. Dicen que siempre hay 3 versiones de un hecho: la suya, la mía y la verdad. Incluso hacemos nuestras esas referencias mejoradas, borrando del disco duro ese detalle poco halagador (¿biológicamente mitómanos? ¿ego patológico?). Volviendo a lo de la crítica biográfica, creo que la costumbre de remitirse a la vida de los autores como recurso para entender sus obras, nunca se perderá por completo, ya que, como usted bien lo menciona, es difícil escribir algo que no hayamos experimentado y no hablo necesariamente de vivencias físicas. Por ejemplo, los sueños nos hacen probar realidades bizarras, deseadas, temidas, etc y a cualquier observador compulsivo con el don de la empatía se le haría fácil describir alguna aventura ajena (como su caso con los perros). Además, somos afortunados poseedores (unos más que otros) de imaginación, pero una vez inmersos en mundos fantásticos, siempre hay guiños de alguna realidad ya saboreada. Pero ¿qué pasa cuando no contamos con información biográfica? pues nada, llenamos los vacíos con la muy usada suposición (¿patología también? creo que sí). Me gusta la idea de que sean las obras las que influyan en la vida del autor; sin embargo, opino que sin ese impulso detonado por algún viaje propio, no habría texto. ¿Se podrá realmente separar por completo la vida del autor de lo que escribe su pluma? De lo que no me cabe duda es que, sin importar el grado de influencia biográfica, las obras tienen vida propia y una vez escritas, ya no le pertenecen. Y es esa la magia de la literatura... ฅ/ᐠ。ᆽ。ᐟ \

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    1. Concuerdo con sus ideas. Incluso, he notado mayor interés en las obras cuando uno hace ciertas referencias a sus autores. No sé si se deba a la curiosidad humana por saber los secretos de sus congéneres. ¡Muchas gracias por su visita y saludos cordiales!

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