miércoles, 14 de octubre de 2015

Entre libros y gatitos...

El pasado domingo 11 de octubre, fui a visitar la casa cuna de Gatitos al Rescate para llevarles una donación de arena, medicinas y productos de limpieza.  Asimismo, deseaba entregar los primeros libros y sus correspondientes separadores a sus compradoras.

Mini Mia y Mia; ambas lisiadas de sus patitas traseras
Allí pude conocer a Mini Mia, la gatita que no puede mover sus patas traseras y a Tomás, quien es ciego y sordo.  Además, pude conocer a muchísimos gatitos de todos los colores, tamaños y edades en busca de hogar. 

Mientras conversaba con las encargadas de tan increíble labor, una gatita negra con la cola quebrada literalmente decidió adoptarme. 

La pequeñita empezó a escalar su encierro hasta alcanzar una altura considerable; algo bastante peligroso considerando su diminuto tamaño.  La pobre maullaba con insistencia hasta que la sacaron. Una vez afuera, trepó a mi hombro y no dejó de lamerme.

Yo sé que los animales pueden percibir mucho mejor que los humanos, pero nunca había visto algo así.  Yo había acariciado a varios gatitos en el mismo encierro, pero ellos no me habían prestado mucha atención.  Esa gatita negra evidentemente había percibido algo en mí mucho antes de que yo la notara entre todos los otros mininos que la acompañaban.

He vivido con gatos tanto tiempo que prácticamente hablo su idioma.  La gatita quería un nombre y un hogar.  Ahora se llama Luna y en este momento duerme plácidamente en mi casa.

No obstante, la historia no acaba allí.

Había otro gatito, uno blanco con naranja, que no paraba de maullar.  Su voz, bastante grave para el tamaño y la edad del pequeño, ya se notaba algo afónica.

Las encargadas nos indicaron a los presentes que el pequeñín les había causado serios problemas para dormir, pues sus potentes maullidos no cesaban en la madrugada...

Curiosamente, cuando lo sacaron del encierro para que se estirara un poco, el gatito gritón pidió que lo acariciara y fue a instalarse justo encima de uno de mis libros.

Los gatos saben con quien congeniar.  El pequeño, que se notaba enfermo, decidió que yo debía quedarme con él. 

¿Su nuevo nombre?  Bengalí.  Después de una visita a la clínica veterinaria, se encuentra en tratamiento y recuperándose. Tampoco utiliza su potente voz con tanta frecuencia últimamente.


Estos dos nuevos amiguitos me han acompañado en la lectura de mis últimos libros:  Medea, Descubriendo Aldara, El umbral del dolor, Julius Caesar y La Tía Poli y su gato fantasma.  Se quedan junto a mí (o sobre mí) mientras leo.  Me pregunto qué le habrá parecido a Bengalí mi libro.

3 comentarios:

  1. Estoy seguro que los gatitos estarán bien... Llegaron al Neverland felino ;P

    Luna reaccionó igual que la famosa Nuku-Nuku... y se parece también!

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  2. Esto saló hoy...

    https://gma.yahoo.com/koko-gorilla-adopts-two-kittens-raise-her-own-161544874--abc-news-pets.html#

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    1. Es increíble. Después de ver estos ejemplos no entiendo dónde los seres humanos tenemos lo "humanos".

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