sábado, 17 de febrero de 2018

¿Qué ocurrió con el Bastón del Tiempo? PARTE 2

Después de buscar por todas las tiendas de accesorios, me di cuenta de que perdía mi tiempo: nadie parecía saber de lo que les hablaba cuando les pedía que por favor me permitiesen ver los contenedores frontales para los bastones mecánicos.

Yo creía que dicha tecnología estaba ya muy extendida, pero me equivoqué por completo. En esta tierra, los bastones no son más que un instrumento para ayudarse a caminar. Supongo que pronto empezarán a dotarlos con mecanismos para que cumplan funciones varias aquí también; entonces podré encontrar las piezas y accesorios que necesito.  No obstante, no puedo esperar a que eso pase.

A diferencia del Bastón Felino, el cual construí yo mismo (y me enorgullece mucho haberlo hecho), el Bastón del Tiempo no fue mi invención.  Todavía recuerdo el día en que lo adquirí: nadie le prestaba atención al pobre individuo que, sentado en un tapete en la calle, se lo ofrecía a las personas que pasaban frente a él.  Cuando le pregunté el precio, me dijo que se contentaba con mi collar.

El precio me pareció justo, así que accedí.  El vendedor, después de tomar mi collar como pago, me explicó el funcionamiento del bastón.  También me indicó los pormenores para mantenerlo en óptimas condiciones. "Nunca intente hacer andar el reloj con el contenedor frontal vacío", me había dicho.

¿Dónde podía encontrar yo otro contenedor frontal?  Pensé en utilizar una caja de dulces metálica, pero el material era demasiado débil... 

Entonces se me ocurrió una idea.  Tal vez una cámara de presión lo suficientemente pequeña podría sustituir la botella metálica que se me había roto.

Inicié mi búsqueda en los lugares de suministros para sistemas de energía.  Por desgracia, las calderas modernas utilizan cámaras de presión múltiples, por lo que su tamaño es varias veces más grande del que yo buscaba.

¿Y las armerías? ¡Claro!  Los rifles usan cámaras de presión pequeñas.  Un rifle de poder usaría una como la que yo andaba buscando.  

Fui afortunado: encontré una cámara de presión de dimensiones muy similares al contenedor que necesitaba reemplazar. La adapté para mi bastón, asegurándome de sellar muy bien los orificios innecesarios.  Luego, la recubrí de oro y, cuando estuve satisfecho con el resultado, le coloqué una lámina áurea rodeando su parte central.  ¡Estaba lista!

Efectué una segunda prueba con magnetita y agua hirviendo... 

¡Fue todo un éxito!  ¡Mi querido Bastón del Tiempo estaba reparado!

Ahora todo lo que me falta es localizar un trozo de valentinesita pesada y mi bastón volverá a funcionar.
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FIN DE LA ENTRADA EN EL DIARIO DEL VIAJERO.  Vaya a la página 115.

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